La dictadura de la salud, por Walter Suárez Carmona

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La dictadura de la salud, por Walter Suárez Carmona

  • la dictadura de la salud en la alimentación

Hoy por la mañana, mientras os tomáis el café, mientras hacéis vuestro planning diario, mientras os sentáis a leer blogs, noticias o ver simplemente fotos, os pediría 5min de ese tiempo para leer esta reflexión de Walter Suárez Carmona.
La salud, la felicidad, blanco o negro….grissss!!!!!

LA DICTADURA DE LA SALUD

He leído infinidad de veces la mítica cita atribuía a Sócrates que reza así: “Si alguien busca la salud, pregúntale si está dispuesto a evitar las causas de la enfermedad; en caso contrario, abstente de ayudarle.“ En un análisis superficial parece una buena idea y una buena frase para un marco en cualquier consulta de salud. El problema actualmente, y más cuando hablamos de enfermedades con un muy elevado componente ambiental (enfermedades del siglo XXI), es precisamente olvidar ese contexto y centrar el peso del tratamiento, o la prevención, en el sujeto y sólo en él. Incluso si así lo hubiéramos decidido para que alguien pueda hacer algo bien, sea lo que sea, necesita capacidad, medios y conocimiento. Si no tiene alguno de estos componentes, no es que no quiera evitar las causas, es que a lo mejor no puede dejar de trabajar por turnos 60 horas a la semana (por poner un ejemplo tonto) y seguir teniendo para pagar lo básico y poco más. Entonces nos damos cuenta que usada literalmente sin ese “pequeño” matiz (como se viene haciendo en las redes sociales) la frase queda reducida a la clásica cita de un libro de autoayuda (“si quieres, puedes”). Muchas veces la autoayuda se reduce a pedir ayuda a quien sepa dartela. Por esa parte un poco más de por favor a la forma en la que decimos las cosas.

Para rizar el rizo vivímos en un mundo cada vez más acelerado donde se buscan respuestas rápidas y simples, que no sencillas, en donde hemos sustituido la felicidad por el placer. Menudo cocktail¡¡¡. En ese sentido podría haber titulado la entrada como la dictadura de la felicidad para poner en entredicho esa idea de que estar triste o aburrido es algo negativo y serviría igualmente para definir a lo que me refiero de ese ambiente. Pero sin hacer más digresiones, como dice una amiga mía “la filosofía ha muerto”. Yo diría que más bien ha muerto la reflexión y ha aumentado la polarización de cualquier idea (quitando esos maravillosos grises que existen aunque no queramos considerarlos) unido a la necesidad de no equivocarnos nunca (no sé entonces cómo se aprendería cualquier cosa). Eso hace que los mensajes más realistas, sosegados o, simplemente, más grises pues no calen. Mal por nuestra parte en caer en la visceralidad por cómodo y legítimo que parezca ese estado.

Y llegados a este punto (si es que se ha llegado tras semejante tostón) alguien podría preguntarse: ¿a qué viene todo este rollo? Pues a las cientos de discusiones estériles sobre entrenamiento, nutrición, Apps y demás “asuntos de salud”, que leo a diario y que no llevan a nada. Especialmente porque se hacen por personas que no son duchas en el tema (y les mola discutir) o por profesionales con sesgos o conflictos de intereses. En este punto cabe señalar que en mayor o menor medida todos tenemos sesgos. Pero podemos afrontarlos esencialmente por dos caminos: a) admitirlo y ser más cauto al decir cualquier cosa asumiendo que te puedes equivocar o tu falta de formación en algún tema o b) caer en el soy el puto amo y todos los demás se equivocan (normalmente si son profesionales son los que menos experiencia tienen con la vida real sea en la clínica o como agentes de salud, y si no lo son tienden a ser los que menos saben: “un libro me cambió la vida y es la verdad escrita en tablas de la ley de papel couche”).

Algunas ideas interesantes para llevar a casa:

– Si quieres realmente aprender a comer, entrenar o a profundizar en cualquier otro tema de salud, déjate guiar por profesionales de la materia que, con sus aciertos o errores, son los que mejor pueden acompañarte. Aquí el factor dinero es muy importante pero, salvo causa mayor, piensa que puede ser una muy buena inversión.

– No confíes tu salud a una App, a un libro, un blog, una cuenta de instagram, una guía porque precisamente hablan o se centran en el gran público en general o en contextos muy específicos y que puede ser necesario hilar muy fino y tener nociones del tema (con lo cual a ti personalmente no te tiene que ir bien y liarla parda). También porque sus planteamientos pueden no ser los más correctos o directamente que tú les des un mal uso. Aunque la equivocación es parte del proceso de aprendizaje hay equívocos que no se deberían dar cuando tu salud es la que está en juego. Escucha a mucha gente (profesionales) y da por sentado que los expertos o gurús se equivocan más veces de las que piensas.

– Si crees que estás en lo cierto en alguno de estos temas y para ti los demás se equivocan, sin matiz alguno, es que eres gilipollas. Este consejo es gratis, así que el dinero no es excusa.

– A los divulgadores en general se les agradecería menos dogmatismos y más pedagogía no vaya a ser que luego la gente se sienta como en una partida de ping pong. Es necesario remarcar más “en mi opinión o experiencia” y menos “la ciencia dice” cuando el saber científico tiende a ser más voluble que tu opinión. Bueno, ahora que lo pienso es extensible a todo el mundo: pido perdón por el tercer consejo (igual no eres gilipollas pero difícil de aguantar un rato).

– No me hagan caso.

13 octubre, 2019|